En el mundo de las palabras y los eufemismos, pocas veces un término ha cobrado tanta fuerza como el de «kinesiologas» o su forma más breve, «kines», para referirse a trabajadoras sexuales. Pero, ¿por qué en lugar de los términos más directos como «prostis» o «tapus» se ha popularizado este término? La respuesta es un reflejo de la sociedad, las costumbres y las palabras que suavizan lo que aún puede ser tabú.

El origen del término «kinesiologas»

El término «kinesiologas», que en su acepción original se refiere a profesionales de la salud especializadas en el movimiento corporal, comenzó a popularizarse en un contexto completamente diferente a mediados de los 90 en Perú. Según los usuarios de Foros Perú Club, esta denominación comenzó a utilizarse como un eufemismo en los anuncios de servicios sexuales publicados en diarios como El Comercio. Estos avisos publicitarios usaban la palabra «kinesiologas» para describir a mujeres que ofrecían masajes con «final feliz», evitando así el uso de términos explícitos como «prostitutas» o «tapus».

Con el paso del tiempo, el término «kinesiologas» se fue estableciendo como una forma más elegante y discreta de referirse a trabajadoras sexuales, y así, se fue asentando en la jerga popular.

Eufemismos y la necesidad de suavizar la realidad

¿Por qué la necesidad de utilizar eufemismos? En una sociedad donde el trabajo sexual todavía es un tema delicado y, en muchos casos, estigmatizado, los eufemismos juegan un rol importante. El uso de palabras como «kinesiologas» o «kines» permite referirse a estas actividades de manera más sofisticada o menos directa, minimizando la carga negativa que puede traer el uso de términos más explícitos.

Tal y como se comenta en los foros, «suena menos feo» y es una forma de camuflar o suavizar la realidad del trabajo sexual. Este fenómeno no es único de Perú, en otros países también se usan términos más suaves para describir actividades relacionadas con la prostitución, como «escort» o «masajista».

La influencia de los medios y la cultura popular

Los diarios populares de los años 90 jugaron un papel crucial en la propagación de este eufemismo. Anuncios que prometían «total satisfacción» y «discreción» bajo el rótulo de «kinesiologas» crearon una asociación en la mente de los consumidores entre el término y los servicios sexuales. Así, la palabra fue absorbida por el lenguaje coloquial y comenzó a ser usada en distintos círculos, tanto por los clientes como por las mismas trabajadoras.

Con la llegada de internet, esta terminología se trasladó a los foros y redes sociales, donde los usuarios continuaron utilizando estos términos para referirse a las trabajadoras sexuales, manteniendo la tradición de utilizar palabras más amables o discretas.

La aceptación del término en la actualidad

Hoy en día, el uso del término «kinesiologas» o «kines» sigue siendo común en algunos círculos. Aunque algunas personas prefieren términos más directos, otros siguen optando por estas palabras para evitar el estigma social. En los foros, por ejemplo, muchos usuarios mencionan que prefieren estos términos por su carácter «más elegante y sofisticado».

Sin embargo, no deja de ser curioso cómo un término relacionado con la medicina y la rehabilitación física ha llegado a ser sinónimo de una actividad completamente distinta, todo gracias al poder de la palabra y la necesidad de suavizar realidades que todavía generan controversia.

Conclusión

El lenguaje siempre ha sido una herramienta poderosa para moldear percepciones y suavizar realidades. En el caso del uso de «kinesiologas» o «kines» en lugar de «prostis» o «tapus», queda claro que la sociedad ha encontrado una forma de abordar temas delicados de manera más discreta. Aunque el término pueda seguir causando confusión entre los que no conocen su historia, su uso continúa vigente en ciertos círculos, reflejando la complejidad de nuestras interacciones sociales y la necesidad de crear eufemismos para ciertos aspectos de la vida.